En estos dias estamos hablando de compartir soft, estamos hablando de POLÍTICA.
La hemos cagado, ha sido lo primero que he pensado. ¿El software libre como herramienta política?. ¿Saben nuestros políticos lo que es eso?, lo dudo mucho. No voy a hablar de política (no es el tema de este blog), pero me preocupan mucho esas palabras. ¿Realmente es así? Es decir, ¿ha dejado el software libre de ser algo "espiritual" para convertirse en un arma política?.
Lamentablemente es así, y el ejemplo más claro es el hecho de que cada comunidad autónoma esté sacando su propia distribución. Linex estuvo bien, GuadaLinex ya tenía cierto tufillo, pero Molinux, LLiurex, Max, Catux y otra que hay en el País Vasco que no recuerdo cómo se llama, ya apesta. Me pregunto, ¿esa gente cree en lo que hace? ¿o simplemente seguimos la moda? Si el espíritu de la comunidad es colaborar, ¿por qué estamos cada uno haciendo nuestro propio fork?
Mi preocupación desde hace mucho tiempo es la innovación, pero éstos no son más que pasos en falso, pasos que no sabemos a dónde nos van a llevar. Me preocupa ver cómo la solución a muchos de los problemas en el mundo del software, se está convirtiendo en otro problema que no hará más que llevarnos al punto de partida, el punto en el que sólo unos cuantos dominarán el mercado, y si no, háblenme dentro de 2 años de ese capricho de un millonario llamado Ubuntu. Unas cuantas alianzas como GuadaLinex y tendrán el campo de pruebas perfecto para conseguir la distribución que desbancará a todas las demás y creará el Microsoft del software libre, momento en el que ya no servirá de nada ninguno de los esfuerzos actuales. La historia de Edipo se repite, matará a su padre (Debian), se casará con su madre (Google) y acabará suicidándose, momento en el que Linux estará tan debilitado, que volveremos a Windows pensando que es el nuevo salvador...
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